viernes, 13 de septiembre de 2019

Hay quien no nos quiere

Hay quien no nos quiere, y aspirar a lo contrario es más y menos que iluso: es pretencioso.
Hay quien dejó de querernos, quien nos quiso poco, quien nunca nos querrá. No es nada personal, o lo es menos de lo que solemos pensar. Es más bien topográfico: alguien iba por su camino y nos encontró por en medio. Si no somos más que un obstáculo, querrá apartarnos.

Spinoza, que tuvo la valentía de ir al meollo de las cosas, comprendió estas colisiones ineludibles. Si la meta de cada cual es medrar, el mundo se divide entre lo que está a nuestro favor y lo que se nos opone. ¿Cómo no impactar contra lo que entorpece el avance? Mucho después, Nietzsche vino a propugnar algo parecido: lo enemigo es lo que nos contraría, luego tenemos que plantarle cara con toda nuestra fuerza.

Sin embargo, estos dos adalides de la libertad obviaron al menos dos factores: que no somos seres aislados, y nuestro designio pasa siempre por los otros ―por su amor y su cooperación―; y que somos seres éticos, y eso nos predispone a la empatía, la solidaridad, la compasión. Todo ello hace la experiencia humana más compleja que un mero choque de aerolitos. Aceptemos la pérdida en los que no nos quieren, toleremos que esa pérdida conlleve su pesar y su duelo.

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