viernes, 29 de noviembre de 2019

Alvin Straight

Como Ulises, el viejo Straight regresa a casa ―a la casa del corazón o de su hermano―
, en una cortacésped, por las llanuras oceánicas de Iowa.


    La historia de Alvin Straight es tan densamente humana que no parece real. ¿Podemos imaginar a alguien más semejante a un héroe? Hace falta mucho coraje para refundar el amor después de enterrarlo durante largos años bajo el resentimiento, sobreponiéndose al orgullo y ―aún más chocante― a la inercia del hábito. Se acerca la muerte, y urge rescatar al amado enemigo. Hace falta coraje o valerosa terquedad para lanzarse a los arcenes de las desoladoras carreteras en un vehículo de juguete, afrontando la intemperie y el desamparo en plena vejez.

Y, al mismo tiempo, ¿podría haber alguien más humano? De una humanidad insólitamente pura. Porque eso es la aventura humana: encajar la propia debilidad y sobreponerse a ella, obligándola a servir a un sueño o a un deber, que es el sueño más difícil… ¡Qué humilde, qué gigante nos parece el viejo Straight, perdido como una mota de polvo por las llanuras oceánicas de Iowa! Ganándolas metro a metro, en pos de un designio solo porque es el suyo, regresando a casa como Ulises, pero más grande: un simple hombre a la altura de los héroes. ¡Polvo será, mas polvo enamorado!

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