martes, 26 de noviembre de 2019

Ensoñaciones

Pensando, pensando, me deslizo suavemente en el sueño, y los pensamientos se me van transformando en ensoñaciones…
Y no hace falta ir tan lejos: a lo largo del día, mi mente vuela muchas veces, por su cuenta, a insólitos parajes interiores donde encuentro ruinas, oráculos o extraños artefactos que no parecen míos.


¿Habrá tanta diferencia entre el sueño y la realidad? Se ha jugado mucho con la delgada línea que los separa, sobre todo porque dentro de un sueño es imposible apelar a nada que esté fuera de él. Sobre ello han fabulado clásicos como La vida es sueño de Calderón o memorables películas, como La escalera de Jacob o la reciente Origen. Y sobre ello reflexiona aquel antiguo y poético cuento chino: «Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu».

En definitiva, el sueño interrumpe la realidad, pero para crear otra. Ese viaje diario a mundos alternativos es lo que hace que los sueños nos parezcan misteriosos y sagrados. En esto, los sueños ―y las ensoñaciones― se parecen a la propia vida, de la que en realidad no sabemos nada, y que acaba en ese sueño inapelable, enigmático, ese sueño sin sueños que es la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario