sábado, 20 de junio de 2020

Tesón

Hacerse valer, ser coherente, lograr lo que se anhela, requiere esfuerzo.
Un esfuerzo que a veces no estamos dispuestos a hacer, o no nos sentimos capaces: por lo que cuesta, por lo que perdemos. En tal caso, es fácil echarles la culpa a los demás, a las dificultades, a la vida entera que no es como quisiéramos. 


Pero no les corresponde a los vientos soplar a nuestro favor, sino a nosotros aprender a manejar las velas y aplicar nuestra habilidad con perseverancia. La vida siempre se resiste, porque va a lo suyo, que no es necesariamente lo nuestro; somos nosotros, que pretendemos atravesarla con nuestro propio rumbo, los que tenemos que abrirnos paso en esa inercia. La facticidad suele llevarnos la contraria, o más bien somos nosotros los que se la llevamos a ella: de ahí la dificultad, la fragilidad, la transitoriedad del proyecto humano. No le echemos la culpa por nuestra falta de pericia o de tesón. Quien quiera peces, que se moje. Lo valioso, como los amantes, espera ser conquistado. Quiere costar. 

Por eso, los fracasos nos interrogan sobre nuestras verdaderas elecciones: muchas veces, haber optado por la comodidad o haber renunciado a plantar cara. Puede faltarnos suerte o sobrarnos derrotas, pero construir el destino, como dijo Ortega, sigue siendo nuestra tarea.

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