martes, 21 de julio de 2020

Con la vergüenza a cuestas

La gran oportunidad que ofrecen las cosas que nos superan es aprender que, aun rebasados, podemos vivir.
Una humillación que parecía insufrible al presenciarla en otros, cuando nos toca nos demuestra que se puede seguir adelante, incluso con una mella en la dignidad. 


La vergüenza nos enseña que no éramos tan íntegros como pensábamos, que también nosotros tenemos nuestra parte de mezquinos, de torpes o de pusilánimes. Pero si no nos hundimos en la vergüenza y damos un paso más allá, comprobamos que hay un mundo en el que podemos caminar, aun llevándola a cuestas. 

No es, obviamente, el mundo que soñábamos; quizá ni siquiera sea el que merecíamos. Pero el mundo no está hecho a la medida de nadie. El mundo no solo nos arrasa, también devasta nuestro amor propio. No éramos esos héroes que soñábamos ser, nuestra humanidad está tan llena de flecos como la de cualquiera. Pero el sol sale incluso para iluminar nuestras miserias. 

Eso nos hermana con lo que despreciábamos, y nos enseña un nuevo concepto de la dignidad: el perdón, que siempre empieza por uno mismo. Tampoco nosotros estábamos hechos de una pieza, y nuestras fallas solo esperaban su momento para revelarse. Se puede vivir con la vergüenza a cuestas.

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