sábado, 4 de julio de 2020

Vínculos

A menudo confundimos los sentimientos con los vínculos a los que flanquean.
Lo primero fue el vínculo, y hasta lo más íntimo se forja con su materia prima.


La emoción es el signo y la intensidad subjetivos de una interacción; luego está su significado, que impregnan las circunstancias y los roles prescritos por la cultura: cada interacción es el desempeño de un libreto compuesto por la colectividad. 

En la base de cada sentimiento hay un guión y su interpretación, unos personajes y sus papeles. Hablamos de amor, pero lo que hay es un encuentro de amantes. Hablamos de rabia, pero lo que sucede es un modo de situarse con respecto a alguien a quien se declara enemigo. La envidia y el rencor son relaciones de rivalidad marcadas por una asimetría insoportable para alguna de las partes. 

Siempre hay un vínculo en argumentos y desenlaces, porque las personas no podemos ser sin vincularnos, no podemos ser más que lo que somos con respecto a alguien. Los objetos son meros motivos de nuestros deseos o nuestras aversiones; si nos vinculamos con ellos es porque los personalizamos, los convertimos en símbolos de otros. Robinsón puede sentir miedo o placer, pero no amor o desprecio: le falta el otro para trascenderse a sí mismo, para articular un vínculo.

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