sábado, 26 de septiembre de 2020

Resistir con Epicuro

Epicuro sabía que su proyecto de vida feliz pasaba por lograr la ausencia de miedo: «Todo lo hacemos por esto: para no sentir ni dolor ni temor». De ahí que, como tantos otros filósofos griegos, buscara la ataraxia, un firme estado de imperturbabilidad que nos ponga a salvo de los devastadores recelos.

Estaba convencido de que podemos lograrlo mediante la razón, cuya primera tarea sería liberarnos de las fantasías que nos hacen exagerar las amenazas. 

También podemos cambiar nuestra actitud ante las pérdidas, mirándolas con agradecimiento en lugar de hacerlo solo con tristeza; al fin y al cabo, todo es inseguro y cambiante, y «aunque se tenga la posibilidad de quedar impunes, es imposible darlo por descontado». 

Por eso ni siquiera la ataraxia puede ser absoluta: para ello tendríamos que haber compensado todas nuestras vulnerabilidades, y lo cierto es que ante el dolor, como ante la muerte, «todos los hombres habitamos una ciudad sin murallas». 

Se trata, pues, de encajar los golpes de la vida, de procurarnos el enfoque que más nos ayude y de no perder el tiempo atribuyendo «la responsabilidad de nuestros disgustos a las circunstancias». 

Ataraxia, pues, convencidos de que «debemos hacer la jornada siguiente mejor que la anterior» y de que podemos disfrutar de la vida. 

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