martes, 13 de octubre de 2020

Resistir con Jung

Carl Jung, como su maestro Freud, se adentró con pretensión científica por vericuetos propios de la filosofía o del culto. Fundó una doctrina más esotérica que psicológica. Exploró la mística con escalpelo de cirujano, y acabó atrapado por ella. Pero sus ideas enriquecen nuestra hambre de sentido y de consuelo, como sucedería con una religión.

Muchos de sus seguidores han desarrollado sus propuestas mejor que él. Tal vez no exista un inconsciente colectivo, pero los mitos, los rituales y los símbolos nos dan fuerza e inspiración. Tal vez no nos persiga ninguna sombra, entendida como un fardo en el que hemos relegado todo lo que nos amedrenta, pero es cierto que todos necesitamos reconciliarnos con nuestras frustraciones y plantar cara a nuestros miedos. 

¿Y cómo hacerlo? Con la humildad y la veneración que reservaríamos para lo sagrado. Somos como campos de fuerzas cósmicas que no siempre conocemos y casi nunca dominamos, pero de las que tal vez podamos ganar la complicidad. A menudo en el enemigo está el amigo, y en la enfermedad el remedio. Cuando asumimos las cosas en lugar de proyectarlas, ponemos de nuestra parte valiosos sectores de nosotros (pues somos multitud). 

Ante una vida compleja y engañosa, una actitud sencilla es siempre un triunfo. 

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