viernes, 5 de marzo de 2021

Sufrimiento... con mesura

El sufrimiento, a veces, nos enseña, nos obliga a lo mejor.
Claro que eso no implica que convenga desearlo: al fin y al cabo, llegará por sí mismo. Tampoco implica que merezca ser glorificado: aunque nadie es más fiel que un enemigo, no por ello deja de serlo.


Spinoza acertó: el sufrimiento es siempre una tristeza; pero no aclaró que sin él no podríamos distinguir la alegría. El regocijo se construye siempre contra algo, el gozo es la sensación de capacidad frente a lo que se nos opone. Sin embargo, a veces nos puede la impotencia, a veces no sabemos arreglárnoslas con los sufrimientos, y entonces el dolor es solo dolor: una trampa, una humillación, una sentencia. «Nada en exceso», nos recuerda el genio griego. «Si no se tensa, no sonará; si se tensa demasiado, se romperá», concluye Buda ante la cuerda de un instrumento, o ante la vida. Moderación fructífera del camino medio de Aristóteles. 

Las tempestades curten al marino… si no lo hacen naufragar. Nietzsche se jactaba de que lo que no lo derrotaba lo hacía más fuerte: podríamos darle la vuelta y afirmar, también, que lo que no nos fortalece nos derrota. La paloma de Kant se quejaba de la resistencia del aire que le permitía volar: ningún filósofo le habría quitado la razón al quejarse de la dureza de un muro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario