viernes, 16 de abril de 2021

Aristas

La vida está llena de sinuosidades y recovecos, de incertidumbres y ambigüedades, de buenos deseos a veces ilusos y malas intenciones a menudo imparables.
Es una historia más bien simplona, poblada, no obstante, de personajes secundarios a quien nadie espera, que lo tocan todo y tan pronto nos echan una mano como nos rompen un jarrón.


«A la vida no le enseña nadie», se reía García Márquez de nuestras fantasías de guiar el timón, como se ríe la misma vida de nuestros planes y nuestros empeños: «¡Qué hermosa, qué tonta, qué hechicera es esta pobre vida!», sonreía Hermann Hesse. 

¿Cómo franquear la existencia con buen tino? Tal vez haya tantas respuestas como gente, y deba cada cual hallar la suya. Lo que no parece recomendable es encararla con aristas o rigideces. Tampoco se trata de ser una veleta oportunista: buscamos atisbos de verdad, nos afanamos por lo valioso, tenemos principios y dignidades que amparar. Pero hemos de hacerlo contando con la complejidad, movernos con agilidad y tacto, adaptándonos a lo que nos topamos y no se amoldará a nosotros. Cada paso es una maniobra delicada y el naufragio acecha. Hay que aprender a danzar y a «ser agua», decía Bruce Lee en aquel anuncio. Las aristas siempre acaban por quebrarse.

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