Modelos

En el conmovedor principio de sus Meditaciones, Marco Aurelio hace un repaso de sus maestros y familiares, resaltando sus virtudes y agradeciéndoles sus enseñanzas. No escatima en los detalles en que le han servido de modelo: este por su discreción, aquel por su serenidad, el otro por su don de gentes…

Todos nos construimos a partir de modelos, sea imitándolos o contrariándolos. La imitación es el pilar del aprendizaje, y por eso importa tanto elegir bien. Hasta el grado en que sea posible, claro, porque un buen puñado de rasgos nos vienen condicionados por la genética o por unos educadores que no hemos elegido. Hay una parte de nosotros que está hecha de mera herencia. Antes de ser yo, soy mi circunstancia. 

Pero también elijo, y con el tiempo cada vez más. Conforme voy perfilando un criterio propio, puedo juzgar mi legado e incorporar las novedades que valgan la pena y estén a mi alcance. En eso no puedo hacer responsables a los demás. Pero sí, como Marco Aurelio, evocarlos con veneración. Somos un pastiche de los modelos con que hemos tenido la suerte o la desgracia de contar. A veces me sorprendo hablando como mi padre o como cierto amigo, cuando me comporto como ellos. Forman parte de mí: merecen que les honre.