viernes, 28 de mayo de 2021

Temer al miedo

Epicteto afirma que solo hay que temer al propio miedo
, sugiriéndonos que su poder reside en adueñarse de la fantasía. La imaginación no tiene límites, y por eso los temores que nos atormentan tampoco los tienen.


El mejor antídoto frente a ellos, por ende, es la realidad: la ruidosa y a veces feroz realidad, pero a la postre insípida, pues es el reino de lo concreto y lo limitado. La realidad no da para mucho, y por abrupto que sea su territorio se llega pronto a sus fronteras. En ella, un peligro no es más que lo que se puede ver y tocar; seremos mil veces derrotados, pero podemos conocer al enemigo y prevenirnos y defendernos; en la realidad todo se acaba, también lo malo. 

La realidad es ardua y nos somete, pero cuando descansa nos deja descansar. Afila cuchillos tras los cálidos tapices de nuestras ingenuidades, pero basta con retirar el telón para ver sus bambalinas. La realidad nos lleva la contraria, siembra de arrecifes las playas a las que llegamos tras penosos viajes, pero respeta y a veces premia nuestra lucha, y siempre sabe perder (aunque solo sea transitoriamente). La realidad humilla nuestra ignorancia, pero así nos espolea a aprender. A la realidad no hay que temerla, sino respetarla como a un enemigo digno. En cambio, hay que temer al miedo. 

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