viernes, 11 de junio de 2021

Miopía

Hablan los científicos del aumento galopante de la miopía en el mundo. Parece ser que para mediados de siglo nada menos que la mitad de la gente será miope. Se sospecha la relación de esa epidemia de gafotas con la falta de exposición a luz solar: pasamos demasiado tiempo en sitios cubiertos, bajo luz artificial.


Yo me atrevería a añadir, desde mi ignorancia, que nos pasamos la vida en sitios pequeños, y nuestros ojos están cada vez menos acostumbrados a las distancias. La miopía ve mal de lejos: nuestra vida transcurre entre paredes y techos, nuestra vista se pasa el tiempo pegada a pantallas. Tal vez nos estemos adaptando a la falta de lejanías. Eso haría literal el refrán de “no ver más allá de las narices” (o del propio ombligo). 

Puede que esa miopía visual ―que ya hace décadas que crece― esté relacionada con otra miopía de la mente: la de la falta de perspectiva, la de la pérdida de alturas desde las que puedan divisarse amplias panorámicas. Vivimos encajados en lo inmediato, como si de la caverna platónica se tratara, contemplando sombras en las paredes, recelosos de exponernos a la luz solar. En la era de la comunicación, cada cual vive recluido en sí mismo, incapaz de ver más allá ni más arriba, ultreia et suseia. Tal vez la siguiente epidemia sea de vértigo. 

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