miércoles, 21 de julio de 2021

Alegría por completar

¿Y si la tristeza fuese una alegría por completar?
¿Y si nos debiéramos a la misión de descubrir lo que podría hacer más bello el paisaje? ¿O, mejor, al coraje de aportar lo que le falta?


Todo espera su oportunidad. El débil espera el amor por el que ser valiente. El resentido espera la generosidad que le cure. El triste espera un día en que le despierte una caricia. «Pero no es asunto mío hacerme diferente de lo que soy ―escribe Hesse―. Es asunto del milagro. Quien busca el milagro, quien quiere atraerlo y ayudarlo, solo consigue alejarse de él. Mi misión es flotar entre muchas alternativas tensas y estar dispuesto cuando el milagro corre hacia mí. Mi misión es estar insatisfecho y sufrir desasosiego». 

Tal vez tengamos que aprender a residir en la tristeza, entremezclarnos con ella y dejar que cumpla en nosotros su tarea. Si, en lugar de huir, nos quedáramos quietos, tal vez podríamos distinguir la belleza en el lugar más extraño, y una promesa de alegría en el alma más apesadumbrada. Rilke confiaba en el trabajo secreto de las penas, no por lo que nos enseñan, sino por lo que nos transforman. El dolor, que no amamos, nos abre los ojos a lo que amamos. Epicuro, que quería superarlo, pedía aceptarlo: alegría por terminar. 

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