miércoles, 28 de julio de 2021

Desolaciones

Hay ocasiones en que me siento alejado de los otros
, como si se hubieran roto las amarras que me unen a la tribu…


Yo ya soy de natural bastante dado a ir a mi aire, a mantener vínculos afables pero poco profundos, a procurar no enmarañarme demasiado en los chaparrales de la gente. 

Pero a veces es el mundo el que parece discurrir ajeno, como si me hubiese arrumbado en una orilla. 

Quizá sea por la presión que desdibuja los afectos; por el embate de ciertos elementos; porque a veces uno está más vulnerable, y le tiene miedo a lo malo de la gente. Quizá sencillamente sea tiempo de retiro, para volver a sentirme libre y capaz; de lejanía, para repararme después de tantos empellones… 

Aun así, hay momentos en que la soledad sabe a desolación, en que se diría que no queda nada nuestro, como si la ausencia se hubiese adelantado. Nos creemos invencibles mientras nos sentimos fuertes, reconocidos, tal vez amados. Pero basta que todo el mundo parezca mirar hacia otro lado para que se tambalee la fe en nuestra entereza. 

¿Qué hacer entonces? Admitir que el universo es grande y frío, y volver a ocupar un sitio alrededor del fuego. Escuchar las historias y contar la nuestra. Tender las manos y cumplir los ritos. Regresar al abrazo de la tribu y renovar los votos. 

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