En mis años de partido descubrí el sentido noble de las palabras discusión y crítica. Aprendí a encararlas como dialéctica creadora, a considerar que tras su connotación belicosa ofrecían una oportunidad de avance, contempladas desde lo colectivo y no desde lo puramente individual.
A veces tengo que recordarme aquella espléndida semántica, que no es, desde luego, la predominante en su uso; reaprender a encarar la crítica y la discusión como oportunidades. Para ello, tengo que esforzarme por pensar un poco menos en mí, o al menos en la parte de mí que permanece a la defensiva, esto es, el ego y el autoconcepto.
La crítica atemoriza al ego porque lo cuestiona, deja al aire sus vulnerabilidades. Lo primero que sentimos ante la crítica son las brechas que abre en nuestra autoestima, y por eso reaccionamos a ella poniéndonos a la defensiva, y nos cuesta tanto encararla de un modo racional, allá donde nos estaría ofreciendo una posibilidad de progreso. La discusión, por su parte, cuando no encubre una agresividad compulsiva, nos obliga a enfrentar argumentos, a poner a prueba nuestras convicciones, tal vez a reconocer que hay otras mejores, lo cual tiene algo de derrota personal, pero mucho de victoria grupal. Sanos antídotos contra el conformismo.
Quienes se han disciplinado en las artes marciales tienen más que asumido que si te peleas recibriás, sí o sí. Y que el problema no es recibir, sino no saber recibir; y para ello es necesario pelearte muchas veces.
ResponderEliminarNo enseñar a pelear nos vuelve delicados, es decir, incapaces de entomar lo contrario. No es una cuestión de orgullo, ni ego, sino de debilidad anímica por haber sido sobreprotegidod y mimados, idiotizados. Nada más.
Sobre el bien del grupo... Lo que hace la pelea, la lucha, la crítica es que selecciona; y seleccionar es poder y el poder implica dominio, libertad, capacidad de acción, etc.
Buen post! Da qué pensar
Caramba, tu respuesta también da mucho qué pensar.
EliminarAhora que releo el artículo, a la luz de tus comentarios, me doy cuenta de mis imprecisiones... Al escribirlo pensaba en el valor de la crítica y la discusión como factor de evolución grupal. Tú me haces ver que a través de la disputa también aprendemos individualmente, de hecho es posible que sea uno de los modos más sólidos de aprender... Como docente, tomo especial nota.
Muy interesante el ejemplo que pones sobre las artes marciales, y me parece muy incisiva tu apreciación de que "el problema no es recibir, sino no saber recibir". En efecto, la vida es afrontar constantemente la oposición de lo contrario, encajarlo bien y aprovecharlo, sea para defenderse o para fortalecerse, como decía Nietzsche. Creo que esa es precisamente la filosofía de las artes marciales, corrígeme si me equivoco. La verdad es que me habría ido muy bien practicar alguna de esas disciplinas.
Tu último párrafo abre un tema apasionante, el de la selección y el poder, el meollo mismo de la dinámica de la vida. Sin embargo, como expreso en el artículo, a mí me interesa también lo que la pelea (en forma de juego, de ritual, de polémica, etc.) tiene de compactador social. Porque las personas necesitamos tanto el poder individual como la inserción en un grupo. Enfrentamiento y cooperación van de la mano en una simbiosis asombrosa.
Apasionante, en cualquier caso. Muchas gracias por tus opiniones.
Muy de acuerdo
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