miércoles, 8 de septiembre de 2021

Equidad

La regla básica de las relaciones es la equidad.
Do ut des, dar y recibir. Un intercambio que se perciba como justo, es decir, equilibrado. Cabe entrever, en esa motivación de equidad, un eco de la ley de acción y reacción en los vínculos humanos. Los propios dioses plantean sus requerimientos y sus pactos.


¿Y qué pasa con quien da sin esperar? ¿No habrá quien actúe por pura generosidad? Seguramente, pero no nos engañemos: su entrega se debe a que tiene de sobras (y entonces es una restitución) o a que siente satisfacción por el mero hecho de dar (y vuelve a ser un intercambio). El que da también debe gratitud al que acepta sus presentes, pues le otorga reconocimiento y sentido. La generosidad conlleva su propio premio. 

La evolución nos ha dotado con mecanismos de equidad. El altruismo es una buena estrategia, siempre que controle a abusadores y oportunistas. La envidia y el resentimiento avisan de desequilibrios que podrían perjudicarnos y promueven su corrección. Tenemos buena memoria para las deudas; el rencor espera cobrar, la venganza salda viejas cuentas. Pero a veces el precio de la equidad supera a la propia deuda: en ese caso, el perdón y el desprendimiento pueden resultar, además de grandes virtudes, lo que más nos conviene.

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