Los griegos acertaron al recomendar que no lleváramos nada hasta el exceso. Aristóteles contribuyó a la justa sensatez con su doctrina del camino medio, aquel que evita los extremos. Esa idea del equilibrio y de la mesura es un certero fundamento para la ética.
Porque incluso la virtud, cuando no viene tamizada por la prudencia, degenera en defecto. «No seáis buenos porque sí. Sed buenos con razón», aconsejaba Thoreau. ¿Y cuál es el criterio de esa razón? El ser humano, «la medida de todas las cosas» para Protágoras, y para nosotros, ajenos a cualquier trascendencia. Una moral abstracta, por mucho que la quisiera Kant, no solo es inalcanzable (puesto que la vida no es ni abstracta ni razonable), sino que ante todo es inhumana. Lo bueno y lo malo no se hallan en ninguna esfera platónica superior, sino a ras de tierra, en el barro del día a día, y allí es donde tenemos que elegir y actuar en consecuencia. Lo que ayuda es bueno, lo que hace sufrir en balde (si no es para alcanzar una meta superior) es malo. Y cualquier exceso nos arrasa y nos aliena: luego es malo.
El exceso, en cualquier virtud, tiene algo abusivo, algo que somete al hombre en lugar de liberarlo. Por suerte, cuando nos excedemos, la obstinada realidad suele volver a ponernos en nuestro sitio.
Interesante reflexión... aunque a mi me parece que para Platón la virtud es algo muy parecido a lo que cuenta Aristóteles, dado que es fruto de la mentalidad griega (sólo basta con leer a los 7 sabios): alcanzar la prudencia (virtud intelectual que nos permite conocer como son las cosas por sí mismas, con sus límites y especificaciones, y a tratarlas en consecuencia), el coraje (virtud en el carácter, que nos permite realizar lo prudente aunue parezca difícil o peligroso) y la moderción (virtud en los deseos, que nos permite gozar de la vida con sobriedad y sin verse arrastrado por los deseos).
ResponderEliminarCon la virtud el ser humano alcanza un estado anímico casi invencible, sereno, imperturbable... divino. Nada le puede tumbar. En él resuena la eternidad. No en bano el término "areté" es un término de poder.
Brillante resumen del ideal griego de virtud. Y más brillante aún la conclusión: relación entre virtud y poder. En efecto, los que preferimos desvestir la moral de trascendencia, vislumbramos en el camino de perfección de la virtud un asomo del poder... ¿Ecos de Nietzsche?
ResponderEliminar¡Qué apasionante tema el del poder, que no es la primera vez que aparece en tus comentarios!
Gracias, amigo, por tu aportación.