martes, 16 de noviembre de 2021

Palos y velas

«Que cada palo aguante su vela».
Refrán popular un tanto agrio, pero certero, como una abuela. Muchos conflictos proceden de la equivocación en lo que le toca a cada cual, de la confusión en las responsabilidades.


A menudo sufrimos más de la cuenta porque nos hacemos cargo de lo que no nos corresponde. Pero sufrimos también, y sobre todo hacemos sufrir, cuando pretendemos que los otros se ocupen de lo que nos toca a nosotros. «Si me quisieras, tendrías que haber sabido…» No: tú eres quien tendría que haberlo pedido. «Si fueras un buen profesional, tendrías que haber previsto…» Pero, si tú lo veías, ¿por qué no lo dijiste? «Ya te expliqué el problema, y no lo has resuelto». Pero, ¿de quién es el problema? ¿Es solo mío? Si es de ambos, ¿qué has hecho tú para solventarlo? 

Uno tiene a veces la impresión de asistir a un pulso por endosar responsabilidades a los demás. Hacerlo nos exime del esfuerzo y de la culpa, pero no resuelve nada. En la pareja sucede a menudo, y es uno de los modos más seguros de minar la confianza y provocar un clima de susceptibilidades y resentimientos. Todas nuestras relaciones, incluidas las profesionales, se envenenan de ese fuego cruzado, en el que ponemos más esfuerzo en reprochar que en colaborar. Eso no hará la vida mejor.

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