martes, 22 de noviembre de 2022

Casualidades

«No puede ser casualidad que pensara en alguien que no veo en años
, y que me lo encuentre justo en ese momento. Tiene que haber una explicación».


A partir de ahí, uno puede dar cuenta del fenómeno con ocurrencias de lo más imaginativo: cordones invisibles que nos unen, energías que nos atraen, etéreas voluntades que nos empujan… Lo interesante es que, desde ese momento, aquel hecho casual parece servir de prueba a favor de la propia hipótesis, por extravagante e improbable que resulte. Dicho de otro modo: preferimos una explicación inverosímil a no tener ninguna. 

Esa necesidad de atribuir sentido a las cosas, de organizarlas en sistemas significativos, está en el origen de la ciencia, pero también de la magia. Solo tenemos la lógica racional y la observación empírica para separarlas. Igual que nuestra mente proyecta figuras en las manchas de la pared, también forja relaciones entre sucesos que no tienen más vínculo aparente que el hecho de haber concurrido en el tiempo. Nos resistimos a la idea de azar, pero la contingencia existe: es la confluencia de incontables causas, la mera contigüidad de lo complejo. Os cruzasteis cien veces, pensaste en esa persona otras tantas: quedaste atrapado por una ocasión en que se superpusieron ambas cosas.

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