Hacen bien quienes desconfían de la idea de normalidad. «Define normal», replica una amiga cuando alguien usa la palabrita. Y es una buena respuesta, ya que abusamos de la idea y, aun peor, la usamos como elemento de juicio, objetivo solo en apariencia.
Se supone que lo «normal» es lo bueno (al menos, con respecto a lo «anormal»); pero para muchos es también lo supuestamente verdadero. En realidad, no hay ninguna prueba convincente ni de una cosa ni de la otra.
«Se comporta de manera normal» equivale en nuestra imaginación a una virtud: el «normal» no es «extraño» (enfermizo, aberrante, extravagante…). Eso nos da una pista del verdadero significado de la palabra: el «normal» está socialmente adaptado, se mueve dentro de lo que el entorno espera de él. Se trata de una cualidad estadística: hallarse cerca de la media (la norma). En este sentido, la normalidad no tiene nada que ver con la bondad: lo mayoritario, aunque pueda resultar lo más conveniente, no es necesariamente lo mejor.
Tampoco expresa siempre la verdad. Hay creencias colectivas claramente discutibles, como cualquier esoterismo. Ante ellas, discrepar es un signo de lucidez y coherencia. No es que el «normal» no se equivoque: es que hay menos gente que se dé cuenta de que lo hace.
¡Tus comentarios siempre aportan algo sorprendente! ¿De verdad utilizan ese término? Supongo que lo hacen con intención sarcástica, poniendo en evidencia la sumisión... A mí también me hace gracia, siempre que quienes lo digan admitan que seguramente tienen más de "normies" de lo que les gustaría...
ResponderEliminarBueno, el término, según parece ser, tiene también mucho que ver con la gente que fácilmente se somete a la presión social: hacen y piensan las cosas según lo hagan los demás, precisamente porque lo hacen los demás. Es decir, el tipo de gente que encajaría con el experimento de Ash. https://www.youtube.com/watch?v=wt9i7ZiMed8
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