Hay personas que sacan lo mejor de los otros: porque creen en ellos, porque los motivan, porque los avivan, porque los orientan. Un verdadero líder sabe poner coto a lo mezquino para que emerja lo sublime que hay en todos y cada uno.
Todos tenemos una parte espléndida que aguarda ser invocada del subsuelo, como Lázaro, por la voz que la sepa ver y la sepa conmover, haciéndola salir a la luz. Todos ansiamos ser reconocidos, a buen recaudo del miedo y de la ira.
Hay personas que saben nuestro nombre, y nos convocan a mágicas aventuras; que nos enseñan mapas de tesoros escondidos; que nos descubren la fuerza que dormita en nosotros; que nos apoyan cuando creemos perderla. Hay personas a las que seguiríamos al fin del mundo, aunque solo sea por sentir la dignidad de secundarlas, por contagiarnos un poco de su impulso vital, eso que Spinoza llamó conatus: algunos tienen tanto que pueden esgrimirlo a modo de estandarte.
Esos individuos son los mensajeros de la oportunidad, los emisarios de la llamada, los derrochadores de la existencia. Camus, siguiendo a Nietzsche, los admiraba por esa conmovedora epifanía frente al absurdo. El verdadero líder no necesita parapetarse tras ningún sentido, porque lo inventa él para todos.
Un verdadero líder.... quizás un verdadero líder se avergüence de tener que liderar a los demás, o simplemente otras cosas mejores tenga por hacer.
ResponderEliminarPersonalmente no soy muy amigo de líderes. Tengo dos inclinaciones muy poco gregarias: ir a mi aire y llevar la contraria. Sin embargo, he comprobado que los grupos, para ser eficaces y satisfactorios para todos sus miembros, necesitan articularse en torno a una figura de autoridad; y digo autoridad, no sometimiento (aunque, tristemente, muchas veces se confundan ambas cosas).
ResponderEliminarPara funcionar en grupo precisamos un centro neurálgico, un punto de referencia que dé consistencia al conjunto. A menudo surge espontáneamente, y es lo mejor. El líder es el valedor del impulso colectivo y de la norma acordada. ¿Recuerdas la película Scalibur? La tierra sin rey está condenada a desangrarse en permanentes conflictos.
El líder administra un poder que le delega la tribu (a menudo, como dices, por mera responsabilidad y sin que le apetezca en absoluto). En el otro extremo, a veces sucede que abusa, y entonces lo que toca es plantarle la cara y contenerlo. En fin, un tema realmente complejo y apasionante.