domingo, 23 de abril de 2023

Carpe diem

Si supiéramos darles a las cosas su debido valor, para ser felices quizá nos bastaría
con decirnos por la noche, como el romano Macrobio: «He vivido otro día más»; y por la mañana: «Tengo otro día más para vivir».


Porque cada día es una excepción feliz en la descomunal eternidad de nuestra ausencia. Esta verdad tan sencilla debería bastarnos para la alegría, como saben ―al menos hasta que lo olvidan― los que se han salvado milagrosamente de un accidente. En realidad, todos somos supervivientes, y cada instante es una fiesta. ¡Qué pena que estemos hechos para sepultarlo en el limbo gris de la costumbre, para que no nos baste, para que la espinita de los deseos nos reclame siempre más! 

La sabiduría más profunda probablemente sea esa: Carpe diem, colmarse del mero hecho de estar vivo, pero sin aferrarse a ello, sin reclamarle continuidad, tomándolo como un don excepcional y dejando tan solo que suceda. Si fuésemos realmente sensatos, conservaríamos esa actitud en el fondo del corazón, mientras nos afanamos manejando aprietos y pergeñando anhelos. Vivir cada día como si fuese el último, y comprobar con gratitud y a la vez con desapego la sorpresa de que no lo sea (o sí). Como Montaigne: «Puede mi proyecto truncarse en cualquier momento; no se funda en grandes esperanzas; cada día es su fin.»

6 comentarios:

  1. El carpe diem implica mirar la vida desde el puño de una puerta, es decir, bajo una visión muy estrecha y limitada: la del hoy y solo hoy.

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    1. Y tiene tufillo a conformista, lo sé. Hablo de una actitud de fondo, una especie de suelo en el que tocar pie. Tenemos que salir de casa predispuestos a grandes viajes, pero sin que la tozuda resistencia de la realidad nos suma en la frustración. Un equilibrio nada fácil.

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  2. No era una crítica. Solo una reflexión breve y directa...

    Uno ve la vida como la ve y para cambiar su "visión y percepción" es necesario cambiar muchas cosas, que las más de las veces quizás no estén en su mano... ni en su cabeza.

    En todo caso, me fascina atender como la "vida" no es de una determinada manera, sino que la vemos de determinadas maneras según las circunstancias. Esto me parece fascinante y que se ha estudiado muy poco.

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    1. Crítica o no, bienvenida sea siempre la propuesta de una perspectiva distinta.
      Cambiar la "visión y percepción", por supuesto, no es nada fácil. Y, como dices, no siempre está en nuestra mano (o cabeza) el conseguirlo. Pero en eso consiste el esfuerzo, y ahí está la gracia. Yo aún escribo, como Montaigne, con la esperanza de mejorarme un poco.

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  3. La actitud creo que es la clave.
    "El club de los poetas muertos", qué gran película. Debería ser obligada en los colegios.

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    1. La actitud, por supuesto. Como escribe Comte-Sponville, pensar bien para vivir bien.
      ¡Qué pena que, como apunta RDC, no siempre baste con pensar! Montaigne decía algo así como que un dolor de muelas era capaz de torcer sus más lúcidos pensamientos. La razón es una estupenda herramienta, pero, ¡tan frágil!

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