Podemos tolerar que no nos amen, incluso la irreverencia y el descaro. Pero lo que de ningún modo podemos soportar es que no nos inspiren respeto. Yo creo que las únicas relaciones inviables son aquellas que nos hartan o nos aburren; tal vez vengan a ser lo mismo.
Los egocéntricos nos molestan, pero por lo menos sabemos a qué atenernos con ellos. Los taimados nos explotan, pero se lo perdonamos si lo hacen con frescura, sin ensañamiento. Casi todo se absuelve, y hasta se tolera con gusto, si va acompañado de gracia y buen humor: un embaucador que entretiene paga en parte lo que se lleva. A todos nos gusta reír. En cambio, la persona más honesta puede resultarnos cargante si no sale del apocamiento o la vacilación.
Nos gusta que los otros nos transmitan vitalidad, que su presencia desprenda de vez en cuando alguna chispa de alegría, o al menos de fuerza. Transigimos con la debilidad, siempre que el otro se comporte como si no fuera débil. Preferimos el cínico al ingenuo. Consentimos que se nos manipule o se nos explote mientras los tejemanejes no nos den mucho trabajo. Consolar y cuidar cansa. Nos gusta sentirnos necesarios, pero no imprescindibles. Solo amamos lo que respetamos, lo que nos dignifica con su (al menos aparente) dignidad.
Sé que no existen las panaceas, siempre hay diferentes modos de ver las cosas. Sin embargo, el RESPETO me parece un concepto de los más claves para interpretar y resolver cualquier cuestión. Es un auténtico comodín.
ResponderEliminarSi aplico el respeto en cualquier situación de la vida (o en casi todas), no sé si conseguiré resolver la cuestión o si estaré haciendo lo correcto, pero sí sé que me producirá una sensación de paz conmigo mismo. Y eso, ya quiere decir algo.
ResponderEliminarTu reflexión me invita a ahondar en el tema, que para mí es capital.
EliminarEsa paz de la que hablas, que yo también siento, creo que es la de percibirnos alineados con nuestros valores, la de fundar y ejercer la propia dignidad. Y el respeto es un valor básico, es el reconocimiento del otro (de todos los otros) como igual: le atribuimos la misma dignidad elemental que queremos para nosotros mismos. Dicho de otro modo: nos sentimos dignos en la medida en que tratamos al otro dignamente, en un juego de espejos donde la imagen del otro nos devuelve la nuestra.
Pero luego hay otro respeto, el que nos inspira el espectáculo de la dignidad de esa persona concreta, el que el otro se gana por sí mismo con sus actos. No es gratuito, no es universal, tiene que conquistarnos. Está relacionado con el mérito y la admiración, o simplemente con un vínculo estrecho en el que interviene el afecto.
Ambos respetos se traducen en amor (porque amor y respeto van de la mano y florecen del mismo tallo), y manifiestan dos tipos de amor, que ya distinguían los griegos: el amor universal o "ágape" (benevolencia un tanto abstracta pero vívida hacia todos y cada uno de los seres humanos) y el amor personal, con nombre y apellidos, que según sus grados llamaban "storge", "philia" o "eros". Estos últimos son los que nos aportan más alegrías y sufrimientos, aunque ese es otro tema.
Para mí, lo esencial es que amor y respeto vayan siempre de la mano, y que nos debemos a un amor/respeto universales que, sin embargo, no impiden la aversión y el conflicto, por lo que en ellos nos jugamos más de lo que parece.
"Sólo amamos lo que respetamos". No estoy muy de acuerdo con eso, aunque quizás sea una cuestión de puro convenio a la hora de definir qué es el respeto.
ResponderEliminarEntiendo que el respeto es más bien un tomar en gran consideración alguien que de algún modo es un enemigo, un contrario, alguien con quienes tienes tus diferencias y controversias, o contra quien disputas alguna cosa o bien algún objetivo, etc. Yo veo el respeto como un valor de confrontación, de caballería, un valor olímpico, de fair play y por tanto, más bien fruto del miedo y la admiración mutua que se tienen uno y otro, porque aunque rivales se saben del poder y las capacidades del otro.
cuando aplicamos el término respeto, entonces, en las relaciones de pareja... bueno, igual un poco también va por ahí. ¿Cuántas veces la pareja puede ser un rival para nosotros? O al menos, alguien con quien tienes que confrontar no pocas cosas.
De todos modos, no es fácil poner palabras, con lo simple y redondas que siempre son, en situaciones muy maleables y complejas como esta.
Para mí, el respeto es ante todo un reconocimiento del otro, la atribución de una valía y una dignidad equivalentes al que uno se atribuye a sí mismo. Este sería el respeto como valor ético, universal, fundamento de la sociabilidad y la cooperación.
EliminarComo propongo más arriba, creo que existe otra versión de respeto, menos abstracta y más "sentida" o "vivida": es el respeto que nos despiertan personas concretas en vínculos concretos, y que se parece a la admiración.
Me parece clave tu énfasis en la estrecha relación entre respeto y rivalidad, así como entre respeto y poder. Es probable que en ellas resida el origen mismo de la actitud de respeto. Pero esto, desde mi punto de vista, entrelaza aún más claramente el respeto con el amor, porque también en el amor hay una tensión de poderes y una dialéctica de deseos enfrentados.
En cualquier caso, tu oportuna intervención me convence aún más de que la red deseo-poder-amor-respeto resulta decisiva, y merece un análisis detallado.
Lo primero que dices "reconocimiento del otro, la atribución de una valía y una dignidad equivalentes al que uno se atribuye a sí mismo. Este sería el respeto como valor ético, universal, fundamento de la sociabilidad y la cooperación", no sería esto más bien la amistad?? Al menos Platón/Aristóteles/Ciceron, etc la definen así, sino recuerdo mal.
ResponderEliminarDe todos modos en este punto hay algo curioso, porque tratar y valorar a los demás como uno se trata a sí mismo... bufff para los que sean muy narcisitas la máxima quizás valga, pero el mundo está lleno de gente que se toma a sí misma de forma indigna, se trata a fatal a sí misma, etc...
Y completamente de acuerdo con la última frase. Todo esto es digno de más estudio y yo sé poco