Hay una notable confusión sobre cómo se escribe su nombre; yo voy a optar por la que he visto más a menudo: Kahlil Gibran..
Un poeta con mayúsculas y sobre todo, para mí, un místico y un filósofo, desde que mi madre me hizo llegar un libro suyo en medio de las brasas crepitantes de la adolescencia.
Le debo un homenaje íntimo. Su vitalismo es apasionado como el de Nietzsche, pero siempre sabe atemperarlo con un misticismo puro, no dogmático, más impregnado de reverencia que de trascendentalismo. Gibran no apela a nuestras creencias, sino a nuestras sensaciones, y logra infundirles luz y consuelo. Cuando habla de Dios parece hablar de lo mejor del hombre. Yo creo que es un humanista poético.
Como hicieron Elvis Presley y tantos otros, desde la primera vez que leí la que para mí es su obra cumbre, El profeta, supe que sería uno de mis libros de cabecera, y que tanta sabiduría concentrada en unas pocas páginas estaba hecha para acompañar toda una vida. Gibran me orientó al enseñarme que dar es más hermoso que recibir, me redimió al decir que no somos malos cuando no somos buenos, me previno que el amor requiere por igual proximidad y distancia. Gibran me inspira siempre afirmación, bondad y confianza.
También recuerdo leerlo de joven (el profeta), un libro que corría por casa de mis padres. Me gustó bastante, pero no me impactó. Curioso...
ResponderEliminarMirado con detalle, tiene mucho de Nietzsche.
EliminarEs lo que detecté y pensé, está bien mejor me quedo con el original jajajaj Nietzsche impacta mucho más, para bien y para mal.
ResponderEliminarPor supuesto. Pero, precisamente por eso, el acceso a Nietzsche es más difícil. Yo admito que, al menos de joven, no estaba preparado, y no solo para entenderle, simplemente para visitarle y no morir en el intento. Gibran me acompañó dando un rodeo.
Eliminar