La expresión importa: la forma es el fondo. La palabra es poderosa porque modela el pensamiento. No sabemos del todo qué queremos decir hasta que lo decimos..
Hay que afinar bien las palabras para acertar en la diana de la idea. Una buena fórmula va más allá de sí misma, pero no más allá de su elocuencia. Si dimos a entender lo inesperado, tal vez era eso lo que queríamos decir, y aún no lo sabíamos.
Pensar es hablar. Sentir también, o casi. En el sentimiento hay algo de indecible, pero tal vez por eso no podamos nunca entenderlo del todo. Puedo quererte mientras no te lo digo, pero será un amor a medias; en cambio, muchas veces descubrimos que amamos al decirlo. Las palabras son performativas: tienen el poder de crear la realidad que evocan. El silencio es un compás de espera tras el cual se agazapan nuestras incertidumbres, pero también nuestras impotencias. El silencio nos mantiene a salvo del otro, pero al mismo tiempo de nosotros mismos. Ser es hablar.
Admiro el don y la batalla de la justa palabra, aunque nunca triunfe del todo y a menudo sea injusta. «No estoy enamorado de ti»: hasta que te lo he dicho, la emoción vacilaba como una neblina escurridiza. Ahora, tal vez tú no quieras entenderlo, pero yo ya lo sé.
Sí, el problema de decir ciertas cosas es que es fácil, entonces, acabar creyéndotelas jajaja
ResponderEliminarCreo firmemente en el poder performativo del lenguaje. Por eso cada día les tengo más respeto a las palabras.
EliminarYo también
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