miércoles, 27 de diciembre de 2023

Vamos tirando

La alegría es la obstinada tarea de llevarle la contraria a nuestra naturaleza
problemática. Estamos hechos para dar relevancia a lo que nos falta en lugar de valorar lo que tenemos, seguramente porque es más probable que sobreviva el que se mantiene alerta que el que se acomoda.
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Por la misma razón se entiende que el éxito nos sacie deprisa y, en cambio, el fracaso nos amargue por largo tiempo; o que la seguridad nunca nos parezca suficiente, y baste con un detalle que escape a nuestro control para que asome la inquietud. 

Y, aun estando hechos de esa urdimbre, la mayoría nos las arreglamos para ir tirando, para mantener contra corriente una satisfacción razonable. «Vamos tirando» es, en efecto, lo que respondemos a la pregunta cortés de cómo estamos; contestación que tiene un dejo abatido, pero que a la vez encierra mucho de la sabiduría estoica: admitimos que siempre podría ser peor, y que el que no se conforma es porque no quiere. 

Podemos profundizar en esa conformidad (no conformismo) procurando no perder el tiempo en lo que falta, que es inabarcable y remoto, y atendiendo a lo que tenemos, que nos queda cerca: lo que es bueno se disfruta por sí mismo, y lo demás puede pasar por bueno si sabemos ponerlo (o considerarlo) a nuestro favor.

4 comentarios:

  1. Es cierto que muchas veces aborrecemos lo que tenemos mientras nos fijamos en lo de los demás. Pero no siempre es así. Ni mucho menos. Por ejemplo, cuando uno está orgulloso de algo, no lo cambiaria por nada, más bien todo lo contrario. ¿No te parece?

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    1. Claro. Lo que pasa es que, no sé si por genética o por educación, tenemos más tendencia a lamentar lo que nos falta que a valorar lo que tenemos, que es mucho. Y de eso se trata, de ser ambiciosos pero con "deportividad", por el mero gusto de superarnos, sin dejar que nos amargue la carencia. Los epicúreos y los estoicos son los grandes maestros de esta actitud.

      Me viene a la cabeza aquel cuento del hombre feliz en su sencillez al que regalaron un saco con 99 monedas de oro. De repente perdió su felicidad por esa moneda que le faltaba.

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  2. Para darse cuenta de lo bueno que uno tiene, tiene que pararse y reflexionar. Eso es lo que no es habitual.

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    1. ¡Y cada vez menos! Perder esa oportunidad de saborear la vida es una pena, y nuestra sociedad va en esa dirección.

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