martes, 28 de mayo de 2024

Negrura

Como una avalancha de fango inoportuno, como una marejada del océano de los naufragios, como un espectro sonámbulo que embiste, caen de repente sobre nosotros esos grumos de negrura que se empotran en el alma y se la apropian y enturbian su cristal.

¿Cómo vinieron? ¿Qué artera conspiración urdieron en la noche? Irrumpen imprevistos, inconcebibles un minuto antes, cuando nada parecía estar gestando lo sombrío. Suben como una indigestión de rabia o de pesadumbre, rebosan la mirada vedándole la luz. Nos declaran enemigos de nosotros mismos, nos enferman de manchas que enturbian cualquier evocación de luz. Y de nada sirve oponerles la inteligencia, la sabiduría atesorada, el empeño obstinado en la lucidez: son inapelables como un dios malo que rige sin piedad. 

Sabemos que no tienen razón, y sin embargo no se nos ocurre qué oponerles. Recordamos que el universo sigue intacto más allá de su engaño, pero eso no nos redime de sus ruinas. Sostenemos que no han ganado, que ganará la vida cuando vuelva, pero de momento está ausente o lo parece, y nosotros atrapados en un hoyo; o lo parece. ¿Podemos hacer algo? Sí. Resistir, incluso presos. Creer en lo que vimos aunque no lo veamos. Seguirles la corriente como a los bobos, para que se aburran y se cansen y se marchen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario