viernes, 27 de septiembre de 2024

Robótica

Resulta que el futuro se juega en la robótica. Cuando nos hablan de futuro conviene echarse a temblar:
generalmente se refieren a las nuevas formas de precariedad que tendremos que afrontar la mayoría para que los privilegiados lo sean cada vez más.  

Parece ser que lo que decidirá quién se queda dentro o fuera de la ola será el grado de dominio ya no del ciberespacio, sino de las cibermáquinas, que nos sustituirán progresivamente a todos en cada una de las tareas económicas. Por decirlo mejor: al sistema le hace cada vez menos falta la gente para producir, y se decanta hacia un consumo minoritario pero con alto poder adquisitivo. 

Nadie quiere quedarse en los precarios arrabales del capitalismo ultraliberal, nadie quiere ser relegado a la periferia del progreso. Los padres de una clase media en vías de extinción procuran ir adentrando a sus hijos desde pequeños en la robótica, con la esperanza de que formen parte de una mano de obra altamente especializada. Las escuelas compiten por introducir actividades de robótica elemental para que las familias no las consideren definitivamente desfasadas. Hasta los juguetes prometen adiestrar a niños y niñas por esa nueva senda del éxito. 

Cada vez queda menos de lo que desearíamos ser; cada vez más, los robots somos nosotros. 

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