miércoles, 2 de octubre de 2024

¿Cuánto elegimos?

Hay una corriente muy optimista que afirma que podemos ser lo que queramos:
basta con quererlo con suficiente fuerza.   

Sartre estaría de acuerdo en que a cada instante no solo podemos elegir: no tenemos más remedio que hacerlo; y que eso nos convierte en definitivamente responsables: si no de lo que somos, al menos de lo que hacemos con lo que somos. 

No creo que Sartre pretendiera llegar tan lejos como el jubiloso pensamiento positivo. Él no habría cometido la simpleza de negar el sinfín de condicionamientos y azares que nos lanzan de un lado a otro como bolas en un pinball; pretendía que nos mantuviésemos lúcidos y responsables aun en medio de ese caos. ¿Hasta dónde, realmente, podemos elegir? Esa frontera, tan infranqueable como un muro en algunos aspectos, se presenta en otros como una niebla difusa. Es probable que un neurótico se pase la vida recayendo en su neurosis, pero quizá, con fuerza y suerte, podría superarla. Ese «quizá» es el que desafía a nuestra libertad. 

Solemos asumirla sin reparo ante lo asequible, pero no tiene mérito: comprar esto o lo otro es una decisión trivial. La libertad adquiere relevancia frente a lo difícil, y sobre todo frente a lo incierto. Es ahí donde la libertad cobra tintes heroicos… o trágicos: cuando, aun ignorando si puede, el hombre intenta elegir. 

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