sábado, 5 de octubre de 2024

Tareas

La vida cotidiana nos enrola en un amasijo de tareas.
Es el precio que hemos de pagar por nuestra sofisticada coexistencia social.   

También por la gran cantidad de actividades, obligaciones y metas en que nos comprometen nuestros deseos; aspirar siempre a más implica atender siempre a mucho más. Cada nueva aspiración plantea su propio rosario de disciplinas; cada nuevo objeto que adquirimos solicita una parte de nuestro tiempo y nuestra atención. Como dice el refrán: Aprópiate solo de aquello que puedas cuidar. 

Cada deseo, cada proyecto, promulgan un sinfín de nuevos deberes, algunos de ellos imprevisibles, puesto que cada uno conduce a otros. Lo que poseemos nos posee; lo que elegimos nos reclama: «Eres responsable de tu rosa», le avisa el zorro al Principito. Por eso hay que elegir bien aquello a lo que queremos entregar nuestro tiempo y nuestro esfuerzo. Ortega ya nos avisaba que cada cual debe encontrar su tarea en el mundo, esa en la que se despliega a sí mismo. Porque aquello en lo que nos volcamos nos define: cabe concluir que delimitamos nuestra identidad a través de las tareas que escogemos, más bien que a la inversa. 

¿Lamentaremos el quehacer que comporta aquello que elegimos? Le debemos que nos ofrezca un motivo por el que vivir. ¿No es el amor la más ardua tarea? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario