miércoles, 11 de junio de 2025

Bretes del encuentro

En un encuentro, el primer contacto marca la pauta.
Hay que calibrar bien los disimulos, no vayan a comprometernos en su impostura; y las cesiones, que luego quieren darse por sobreentendidas.    

En ese convenio fundacional de los acercamientos, cada gesto tiende a hacerse norma, cada paso delimita territorios donde podemos encontrarnos o perdernos, ensancharnos o quedar atrapados, enriquecernos o traicionarnos. 

Los conquistadores históricos puede que fuesen agasajados con ofrendas exquisitas, pero a menudo sucumbieron en imprevistas celadas. Hay que contar con todo. En el encuentro, vale la pena apostar por una actitud confiada, pero sin renunciar a la prudencia. No dar nunca nada por sobreentendido, y de paso no permitir que nos sobreentiendan a nosotros. Mostrarnos como somos para que se nos empuje lo menos posible hacia lo que quieren que seamos. Y aceptar a los otros como son, sin engañarnos con la esperanza de que cambiarán. Las personas cambiamos poco y con dificultad, incluso cuando queremos: lo que se espera de nosotros puede motivarnos por un tiempo, pero tendemos a regresar a nosotros mismos, a nuestros hábitos y vicios; forzar expectativas suele agotarse en decepción o rencor. Amar y ser amados requiere el coraje, la obstinación en la autenticidad. Desde el principio.

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