sábado, 28 de junio de 2025

Sonríe cuanto puedas

Moustaki cantaba: «Baila cuanto puedas»;
me atrevo a parafrasearlo con la divisa: «Ríe todo lo que puedas». 

Reír, o, mejor, sonreír. La sonrisa es siempre oportuna y benévola. Una sonrisa tierna y compasiva, una sonrisa cálida o fresca, una sonrisa que nos declare partidarios de la alegría y que la vindique. 

Y que la cree. Porque la alegría se puede elegir. Puede ser una intención, una actitud, una obstinación. Un acto fundador de sentimientos. No hace falta buscar razones, porque la alegría siempre tiene razón. La sonrisa muestra la alegría, pero también la evoca, la afirma, le prepara el lugar. En uno mismo y en los demás. 

Sonreír es una llamada a la ligereza, a la facilidad, a la blandura. La vida tiene muchas caras, y hay que conocerlas todas, pero preferimos las benignas. Spinoza y Nietzsche querían que optáramos por lo que nos hace fuertes; Epicuro elogiaba lo que nos pone contentos, y quizá sea lo mismo. De hecho, para ellos, alegría y fuerza van unidas, y la una lleva a la otra. Pero la sonrisa se parece más a un plácido atardecer o a la ternura del amor que a un guerrero enardecido. El entusiasmo cansa, la serenidad agradecida es un lugar de reposo al que siempre podemos regresar después de las derrotas. La sonrisa es lo que queda cuando nos desprendemos de todo: ojalá yo fuese capaz de morir sonriendo. 

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