Un buen amigo me escribe: mientras no tenemos la verdad, podemos echar mano de una pauta personal que nos oriente en un mundo complejo. ¡Qué precisa brevedad! Esa es nuestra tarea, la de todos, la mía con estas reflexiones.
Allá en Sanabria, por las altas sierras y los valles recónditos, frisando la orilla del eterno lago que desdobla el cielo, corren los ecos de los mozos zamoranos que acudían de noche a cantar bajo el balcón de su morena: «A la ronda, galanes, que viene el día. Cada cual con su dama, yo con la mía».